Mi secreto mejor guardado.

22 06 2009

Ya ha llegado el momento de contaros un pequeño secreto. La mayoría de vosotros pensaba que yo no tenía blog hasta que empecé con este que ahora estáis leyendo. Nada más lejos de la realidad. Entre mis aficciones está escribir poesía, y aquellas que yo consideraba mínimamente válidas las puse en un blog. Ahora está abandonado. Y me alegro de que así sea.

Escribir fue mi vía de escape durante la adolescencia, que con problemas familiares y sin amigos, pues no fue la más fácil del mundo precisamente. Era mi forma de mostrar mis sentimientos, el papel me escuchaba cuando nadie lo hacía. Escribía generalmente cuando estaba triste, y mis poemas lo son también. Ha dicho Saramago que con la llegada de los blogs se escribe más y peor. Estoy de acuerdo. Puede que mis poesías no sean buenas, puede que mi lírica no sea erudita, pero al menos de lo que podeis estar seguros es que están cargadas de mis sentimientos.

Aquí os dejo una para que juzguéis. Sed buenos.

Entre vento e cinzas

O día fíxose noite
e a noite máis noite foi.
Escuro sepulcro de lume
pra terra do meu amor.

Nai miña, por que murchaches
e ao sol xa non te amosas?
Tinguida de belas cores,
antiga, mais si, fermosa.

Negra é agora túa alma
e a túa face cinzas son,
escuros son os teus ollos,
tristes árbores sen flor.

Non hai versos do poeta
que xa fagan renacer
cinzas, po, tan so negrura,
que antes eran meu pracer.

Non hai beleza na escuridade,
que asolaga miña terra
tan so bágoas dos labregos
que de novo foxen dela.

Mais, pra min, adorada Galiza
a que nunca eu hei deixar,
anque negros sexan teus ollos
por sempre serás meu lar.





El camino que torció a la izquierda.

19 06 2009

El título de este post es posiblemente un buen resumen de mi vida. Como algunos que me conocéis bien sabéis soy de izquierdas, republicano, nacionalista y anticlerical (y feo, pero eso no logro cambiarlo). Pero no siempre ha sido así.

Yo crecí rodeado de gente católica, homófoba, racista y con ciertas ideas fascistas. La frase «Ojalá viniera otro Franco» de hecho, se puede todavía escuchar en mi casa de vez en cuando. Y  como de tal palo tal astilla, yo acabé considerando enfermos a los gays, rojos de mierda que rompen España a los que votaban al PSOE y moros de los cojones a los inmigrantes. Afortunadamente con 16 años decidí (por otros motivos distintos a esos, seamos honestos) cambiar mi vida e irme de casa, y el contacto con la gente me cambió. Acabé viviendo en una residencia pública de estudiantes dónde  tuve la suerte de encontrarme con mucha gente, buena y mala. Viajé a otros países y me sumergí un poco más en la cultura urbanita, alejada del conocimiento sesgado y egocéntrico de mi pueblo.

Y os preguntareis ¿por qué os cuento todo esto? Pues porque hoy de nuevo la barbarie terrorista ha hecho acto de presencia, y quiero poneros un poco en atecedentes para que podais juzgar mi opinión. Como ya habréis visto en los medios de comunicación hoy la banda terrorista ETA ha matado vil y cobardemente a un policía nacional, Eduardo Antonio Puelles García. Quiero ya dejar clara mi repulsa y verdadero odio a la gente que es capaz de matar a otra para, supuestamente, defender sus ideales, porque no deja de ser la máxima expresión de una ideología fascista. Lo que los terroristas defienden poco o nada tiene que ver con el nacionalismo, y los nacionalistas nos vemos obligados a sufrir los prejuicios del resto de los españoles. Ya sean del PP, de UPyD o de cualquier otra manifestación de la derecha mas atrasada y xenófoba, los nacionalistas somos o insolidarios, o violentos, o traidores a la patria o marcianos mutantes, vete tú a saber. Por eso quiero dejar claro en lo creo.

Creo en una nacionalismo de diferentes, no de mejores. Creo en un nacionalismo de izquierdas, solidario con los que estén cerca de nosotros y con los que no. Creo en un nacionalismo pacífico, que usa el diálogo y la palabra como medio de vida. No creo en un nacionalismo victimista, ni violento, ni excluyente, ni egocéntrico. No creo en las armas ni el miedo como medio de conseguir lo que quiero. Creo que los idiomas son cultura y tienen derechos, y como tales deben ser protegidos. Creo en una nación de naciones. Creo en un mundo en que nadie tenga que salir a la calle con miedo por el hecho de ser de una opción política.

Creo firmemente que odio a los terroristas : ¡¡ETA NO!!

P.D.: La canción que pongo a continuación está en gallego y me gusta especialmente.   Es un poco triste, pero está muy acorde con el día. Valga esto como mi pequeño homenaje a Don Vicente Ferrer Aranda, hombre solidario dónde los haya fallecido hoy. Lo echaremos de menos.





Dueños de nada

7 06 2009

Ha llegado el momento de escribir mi primer post serio. De sacar esa parte de mí que algunos odian, por pedante y resabiada, pero que me ha sacado adelante en muchos momentos difíciles. Es mi pequeño gollum, vive dentro de mí y no puedo deshacerme de ella.

Estamos en crisis (por si no os habíais dado cuenta yo lo aviso) y, como siempre, los más desprotegidos son los que más la sufren. Vaya por donde vaya veo carteles de se vende, se alquila, liquidación por cierre, etc. La ciudad se muere poco a poco y no tiene la misma vida y alegría que hace 9 meses cuando me integré por primera vez en ella. Irónicamente, en mi pueblo apenas se nota la crisis; supongo que siempre hemos estado en ella, al margen de los grandes booms económicos y ahora al margen de los grandes batacazos. Mucha es la gente que se está yendo al paro, quedándose sin prestaciones, y ya son demasiadas las familias que no tienen ningún ingreso mensual y que pronto pasarán apuros hasta para comer. Lo que ellos si tienen es una cosa: cobertura periodística.Día tras día vemos comos los periódicos nos hablan de ellos, de sus problemas, de sus preocupaciones. La «supuesta izquierda» se ha instalado en el inmovilismo, y la derecha repasa las cifras cada segundo, en un pequeño éxtasis sexual cada vez que la cifra aumenta, regodeándose en lo más profundo de la miseria humana. Por eso yo no quiero  hablaros de ellos, pues ellos tendrán páginas y páginas de periódicos, de editoriales eruditas y encendidas. Quiero hablaros de los que nunca hablan, de los que nunca salen en los periódicos, de los que no tienen voz, de la gente de la calle.

En la pequeña ruta, que me lleva desde mi piso a  la parada del autobús hay varios parques y en consecuencia, varios vagabundos. Siempre en el mismo lugar. Algunos de ellos sentados en un cruce, en una caja, con carteles pobremente manuscritos,pidiendo para sobrevivir; otros, tumbados en un banco, en su banco, mirando al infinito. Podría reconocer sus rostros, sus ropas, pero no podría decir sus nombres, no podría reconocer su voz.Yo colaboro con una ONG, Enxeñería Sen Fronteiras, que se centra principalmente en América Central. Vaya a dónde vaya, en cualquier lugar de esta ciudad, no caminaré más de 200 metros sin encontrarme un dueño de nada, una persona que hace tiempo decidió quedarse atrás, o nosotros decidimos dejarla atrás. Y no puedo evitar preguntarme, ¿por qué llevo mi trabajo tan lejos?¿Por qué América si en mi calle también me necesitan? Supongo que la respuesta es bien sencilla. No puedo estar en todos los lados que me gustaría estar, y debo asumir que mi misión como voluntario (y la de todos los voluntarios) es algo destinado a fracasar, lo cuál no significa que sea inútil. Podremos llevar agua a 1000 personas, pero en el tiempo que nosotros consigamos eso 10000 niños morirán por no tenerla.

Y muchas veces me pregunto cual será su historia, su nombre, sus voces. Me cruzo con ellos y los miro. Sus rostros son para mi familiares, y me gusta creer que el mío lo es para ellos también. Me siento tentado de parar, sentarme a su lado a ver pasar gente, de hablar con ellos, de ponerle voz a un rostro, de ponerle vida a una historia. Porque me gustaría saber en qué momento se rindieron, en qué momento dijeron «que paren el mundo, que yo me bajo», qué los llevó a la calle, a abandonar cualquier ilusión o esperanza. Ellos están ahí ahora, y lo estaban antes. Cómplices de un mundo injusto y de nuestra indiferencia.

Ellos son los dueños de nada.